A veces nos referimos a diferentes actividades deportivas novedosas o de exterior como “deportes de aventura” o “deportes extremos” y hablamos de ellos sin tener mucha idea respecto a las diferencias que existen entre los unos y los otros, lo cual lleva a cierta confusión. En este artículo nos proponemos dar una clara definición de cada uno y establecer lo más claramente posible las diferencias entre ellos.
Los deportes de aventura serían aquellas actividades desarrolladas en contacto con la naturaleza que implican un desafío personal (físico o psicológico) en un entorno de riesgo controlado. Los deportes extremos, por su parte, también suelen ser desarrollados en exterior, pero dan mayor importancia a la variable “riesgo” implicada; cuanto más peligro y más adrenalina, mejor.
Los deportes de aventura pueden practicarse en solitario o en equipo, pero normalmente el componente competitivo queda reducido al mínimo, siendo lo más importante la autosuperación y el contacto con la naturaleza. Pueden ser actividades relativamente tranquilas, como el buceo o el senderismo. En muchos casos, algunos deportes de aventura (como la bicicleta de montaña, piragüismo…) son los ancestros de variaciones más extremas que se han convertido en disciplinas diferentes.
La línea que separa deporte extremos y de aventura es delgada
Con frecuencia los deportes extremos son derivaciones de deportes de aventura llevados a sus últimas consecuencias; el riesgo es la variable más importante. Aparecen constantemente nuevas disciplinas (también entre los llamados “deportes urbanos”), algunas muy específicas (como la escalada en hielo) y otras combinando diferentes actividades (como el coasteering). Parkour, puenting o las disciplinas de vuelo libre son otros ejemplos de deportes extremos.
Es cierto, sin embargo, que la frontera entre deportes extremos y de aventura es difusa. Los practicantes mismos suelen saltar de unos a otros sin mayor problema. El ala delta o el rafting, por ejemplo ¿son de aventura o de riesgo? Con frecuencia, la diferencia es simplemente una cuestión de grado; cuando pasamos a estar más atentos a nuestra integridad física que al entorno que nos rodea habremos cruzado la línea.
La verdad es que la distinción entre unas y otras actividades debe medirla cada uno. Es decir, hay determinadas prácticas que pueden resultar rutinarias para algunos pero un gran desafío para otros. Deportes extremos y de aventura están emparentados y a veces resulta difícil distinguirlos; pero está claro que no es lo mismo hacer bici de montaña que descenso libre ¿a que no?