Definamos antes que nada el buceo: de nuevo recurriremos a la siempre útil, con cuantas reservas queramos, Wikipedia: “El buceo es el acto por medio del cual el ser humano se sumerge en cuerpos de agua, ya sea el mar, un lago, un río, una cantera inundada o una piscina, con el fin de desarrollar una actividad profesional, recreativa, de investigación científica o militar con o sin ayuda de equipos especiales.”
Bien. Traducido y simplificado: sumergirnos en el agua, con sin asistencia técnica por el motivo que sea. Una definición un tanto amplia, ¿no? Vamos a contar un poco la modalidad y el fin de la inmersión: en este caso, la idea es llevarnos las más bellas fotografías en nuestra cámara.
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Bajaremos, además, apoyados por un equipo, lo que se conoce por Scuba. EL término es acrónimo, en inglés de self-contained underwater breathing apparatus (aparato de respiración subacuática auto-contenido). Las siglas dejan claro qué es. En todo caso, y por si aún nos quedan dudas, por abreviar diremos “bombona, boquilla y gafas”. Otro día abundaremos en el equipo necesario. Obviamente, nos llevaremos una cámara específica para esta actividad o, en todo caso, adaptada a ella.
Mares, lagos y cuevas
Vamos a hablar de tres lugares donde las fotos son de tal belleza que, salvo que nos neguemos a verlas, podemos acabar llorando de emoción (o, al menos, sonriendo ante el recuerdo que nos hemos llevado).
Empezamos practicando submarinismo, o buceo en el mar. Disponemos de, más o menos una hora de aire comprimido para bajar, fotografiar arrecifes, corales, peces y paisajes inimaginados y subir. O para ver cómo el ser humano está destrozando el planeta, empezando por el fondo marino, según dónde nos sumerjamos.
El buceo no es sólo para el mar
Otra modalidad no muy distinta es la del buceo de altura. En este caso, los paisajes que descubriremos son los de los lagos de montaña. Además podrás realizar fotografías debajo del agua con cámaras deportivas. Es sorprendente lo diferentes y parecidos a la vez que pueden llegar a ser mares y lagos. Quien los ha comparado puede dar fe de ello.
Y, como hemos hablado de tres lugares donde sumergirse, nos queda el espeleobuceo, esto es: el que se practica en cuevas y galerías inundadas de minas. Es envidiable llegar a algún lugar que muchos otros no saben siquiera que existe bajo sus pies, con el valor añadido de que los huecos de aire nos proporcionan puntos de contemplación muy curiosos. Eso si: mucho cuidado con la reserva de las bombonas y la posibilidad de perderse.