Se trata de uno de los deportes más baratos que pueden practicarse, de los de menor riesgo –si se practica con un mínimo de sentido común y de los que mayor satisfacción física y espiritual pueden proporcionarnos: el trekking o, dicho en castellano, senderismo.
Para definir la actividad, recurrimos a Wikipedia: “especialidad del montañismo, es una actividad deportiva no competitiva que se realiza sobre caminos balizados y homologados por el organismo competente en cada país”.
Se trata de que nos acerquemos a la Naturaleza usando una serie de rutas marcadas que suelen coincidir con viejos caminos, cañadas reales y diferentes senderos que nos acercan a la cultura natural y social de una determinada zona.
Requisitos para una ruta senderista
Normalmente, antes de homologarse un sendero, se le exigen ciertos requisitos, como pueden ser que sea apto para la gran mayoría de la población, transitable todo el año o que signifique la recuperación de antiguos caminos frente a las estructuras modernas.
Otra de las exigencias para que se homologue una ruta es la de que posea interés histórico, paisajístico, medioambiental o etnográfico. Además, el camino en sí, junto con los promotores ha de incentivar la actividad senderista en la zona.
En cuanto a la orografía, no debe presentar grandes desniveles ni ascensos demasiado prolongados. Tampoco debe ascender a zonas montañosas complicadas. Por otra parte, la ruta senderista no transitará por zonas con coches o lugares que en condiciones normales presenten algún riesgo.
Un camino para todos
Del mismo modo, el camino no requerirá técnicas, conocimientos o materiales especiales y estará señalizado debidamente con el sistema oficial del país. Finalmente, para homologar una ruta senderista, ésta contará con una topoguía que describa el camino y sus puntos de interés y sus valores, ya sean éstos paisajísticos, ambientales, etnográficos o culturales.
Una vez que sabemos cómo es o debe ser una ruta de senderismo, debemos recordar qué material es preciso para practicar este deporte. Y como varía enormemente de otra ruta e incluso de uno a otro caminante, daremos una serie de pautas generales para que cada cual adapte al sendero y a sus características físicas.
Cómodos y ligeros
En cuanto al calzado, ha de ser cómodo, resistente y que proteja de las torceduras. La ropa ha de resultar también muy cómoda y, dependiendo de la ruta y la estación, abriga. Aunque siempre transpirable, eso sí. El sombrero, las gafas y un pañuelo que nos enjugue el sudor son también muy útiles.
De la comida, la bebida y los complementos se ocuparán el sentido común, la longitud y características de la ruta y sólo añadiremos que hemos de pensar que quien carga con la mochila somos nosotros, de modo que no nos interesa que pese demasiado si no queremos quedarnos sin fuerzas en mitad de la ruta.