El ala delta, el ingenio en sí, es un mecanismo construido para planear y realizar vuelos sin motor. Debido a la baja velocidad con las que se efectúan, las maniobras de aterrizaje y despegue se realizan a pie.
Podríamos situar el origen de este deporte en el siglo IX, de la mano del hispano-árabe Abás Ibn Firnas, quien construyó un aparato para planear, pero sin control alguno. En 1890, el ingeniero alemán Otto Lilienthal realizaba del orden de 2.000 vuelos controlados desde una colina artificial.
Un invento de la NASA sin motor
Con la llegada del vuelo motorizado, el interés por el ala delta se evaporaba, hasta que en 1961 Francis Rogallo, ingeniero de la NASA inventaba el ala flexible, una pequeña modificación de la original. La idea era usarla como paracaídas dirigible para el programa Apollo. Aunque la Agencia descartaba su uso en 1965, pilotos y deportistas aceptaron su utilidad deportiva.
Cabe destacar que a adaptación más exitosa del ala Rogallo fue la que realizó el australiano John Dickenson en 1963 y que empezaron a copiar compañías de todo el mundo en la década de los 70. Estas copias popularizaron el deporte del ala delta en muchos lugares del mundo, sobre todo en Estados Unidos, Australia, Europa y Nueva Zelanda. El primer mundial de este deporte se celebraba en Austria en 1976.
Un principio de vuelo básico
El deporte en sí se sirve de las corrientes ascendentes de aire que empujan una superficie de tela muy amplia, en forma de delta (triángulo). Parte de lugares altos, como colinas, para comenzar a planear. La idea es que el piloto se mantenga en vuelo durante mucho tiempo o realice acrobacias.
Si hablamos de la competición en si, diremos que, aunque se empezara con vuelos pequeños y desde colinas de escasa importancia, la tecnología actual deja que los pilotos alcancen los 800 kilómetros, tras varias horas de vuelo.
Los objetivos de la competición abarcan: distancia en línea recta; distancia hasta un objetivo; y tiempo y distancia recorrida en torno a un circuito triangular.
Tranquilidad. Libertad
Definida el ala delta; estudiada su historia; entendido su mecanismo; e iniciados en la competición de un deporte que, por extraño que pueda sonar, es competitivo, ¿qué nos queda? Pues definir este deporte según sus participantes.
De hecho, los “aladeltistas” utilizan dos palabras, dos sensaciones para describir qué es su deporte: tranquilidad y libertad ¿Qué más nos hace falta para animarnos con deporte de riesgo sólo moderado y que nos da la ocasión de ver el mundo desde arriba, tranquilos, libres?