Terminábamos el primer artículo de esta serie recomendándote que echaras a la mochila agua, azúcar y una cazadora. Una serie que consta de unos cuantos consejos, más bien deslavazados de un antiguo miembro de un grupo de montaña que está planteándose volver a las rutas (sí: yo).
Claro que, donde dije azúcar, digo unas pastillitas de glucosa, de venta en farmacias, que te evitarán las (condenadas) agujetas y los temibles bajones de azúcar –créeme: no quieres sufrir uno-. Donde dije una cazadora, digo algo de ropa de abrigo y contra el agua: piensa que vas a estar a cierta altitud y, llagada una hora, hace frío en pleno julio.
Eso sí, donde dije agua, sigo diciendo agua: mantente siempre hidratado, bebiendo siempre antes de que llegue la sed. Aunque se calculan de dos a tres litros de agua por persona y día, no debe importarte llevar un poco de sobrepeso en este apartado, ya que una deshidratación, aunque sea leve, puede costarte muy cara.
Hablando de llevar: un teléfono móvil pesa muy poco y, aunque no siempre vas a tener cobertura, puede sacarte de un apuro. Todo lo contrario que en el cine.
Cuidado con los pies
Antes de pasar a un apartado importante, otro que también lo es: las ampollas. Si quieres evitarlas (y quieres hacerlo, créeme), lleva las uñas de los pies bien cortadas y un calzado seco, cómodo y holgado, pero sin que “baile” el pie en su interior.
En cuanto tengas una rozadura, ponte un apósito de silicona y, si aun así te sale una ampolla, no la pinches salvo que esté a punto de reventar, en cuyo caso la agujerearás, secarás y desinfectarás para luego protegerla de más rozaduras.
Comer bien
El apartado importante del que hablábamos hace un par de párrafos: la comida. Lleva al menos, alimento para una jornada por persona aunque pienses estar de vuelta a media tarde. Desayuna fuerte y repón energías con frecuencia con alimentos ricos en carbohidratos. Y, si te paras a comer y luego vas a volver a caminar, come con moderación o te costará mucho reanudar la marcha.
Una cosita: la mochila no la va a llevar nadie por ti, de modo que debes calibrar el peso que vas a transportar, pero eso no significa que tengas derecho a sembrar el monte de basura.
Se nos queda una buena cantidad de consejos en el tintero -en la mochila, más bien-, pero por suerte tenemos tiempo y espacio para dejar descansar el tema unos días.