Existe toda una serie de actividades bastante deportivas y muy aventuradas llamadas genéricamente “deportes de inercia”. Por si alguien no lo ha pillado aún, son aquellos en los que la inercia (ya saben, la propiedad que tienen los cuerpos de permanecer en su estado de reposo o movimiento con fuerza cero, o la resistencia que oponen a modificar su estado) juega un papel fundamental. En términos generales, hay que dejarse caer…
La variedad es grande. Existen muchas versiones parecidas de la misma práctica, y los aficionados (que aparte de imaginativos suelen ser gente con poco aprecio por su integridad física) están constantemente ideando nuevas maneras de partirse los dientes y dar tarea a los traumatólogos del ancho mundo. Veamos las cuatro grandes familias de deportes de inercia que nos identifica la señora Wikipedia.
Empezamos por el patinaje de descenso. Si bien los más populares son los descensos en monopatines largos con ruedas blandas de gran diámetro (longboard), también se usan mucho patines de cinco ruedas en línea montados en botas muy duras. Se usa el cuerpo inclinándose para regular la dirección y las manos (¡enguantadas, claro!) o los pies para frenar.
Cuanto más pegado al suelo, más rápido se puede ir
El llamado trineo de asfalto o street luge es uno de mis favoritos. En realidad es más bien una derivación de los monopatines, pero para usar tumbados, que se va más rápido, y por lo tanto mola más. Vienen a ser tablas algo convexas (como cunas) y ahora de aluminio. Para conseguir velocidades de infarto y notar la adrenalina a flor de piel.
En mi opinión, hay que ser bastante temerario (o estar moderadamente loco) para hacer bicicleta de gravedad (o gravity bike, si nos hemos levantado con el día anglosajón). Coger una bici sin transmisión (normalmente quitándosela a una BMX, las preferidas por su tamaño compacto y su bajo centro de gravedad) y tirarse cuesta abajo rozando el asfalto con las rodillas es una buena manera de tentar al destino. Pero es espectacular…
Terminamos con las preferidas y más populares, las llamadas carrilanas, muy presentes en la cultura popular de todo el mundo. Al contrario de otras modalidades, en las que se tiende a la simplificación y a aumentar el riesgo, aquí se cuenta con un chasis, 3 ó 4 ruedas, una carcasa y un volante. Las de neumáticos son más rápidas, y las de rodamientos más difíciles de controlar.