El precioso país de Laos, a pesar de dejar atrás su ruta de drogas como único proclamo para enganchar a los visitantes, ha conseguido que sus cifras de visitas turísticas hayan vivido un gran incremento durante los últimos años gracias a la explotación de sus atardeceres infinitos o de las vistas de los extensos campos de arrozales que atrapan a los visitantes. Sin embargo, es conocido como el «País Olvidado»de aquellos que pertenecen a la zona Sudeste Asiático, pues Vietnam o Camboya, entre otros, son unos destinos mucho más demandados.
Y entre esos métodos, durante los últimos años en la zona de Vang Vieng, está cogiendo fuerza el nuevo deporte de aventura denominado Tubing, como un reclamo para el público más joven y mochilero,que crea un tipo de turismo activo extremo. Su practica consiste en el descenso de una sección del río Nong, de un total de 3,5 kilómetros, en el que disfrutar del paisaje kárstico, subido sobre un neumático de tractor o un flotador sin más vestimenta ni protección que la de un bañador y una camiseta. Y, aunque parece algo realmente peligroso, la realidad es que se ha convertido en una de las actividades más demandadas de esta región de Laos.
Una experiencia peligrosa en la que su bases se está asentando sobre una serie de pilares negativos, como es el caso del excesivo consumo que los jóvenes hacen del alcohol y drogas antes de realizar el descenso, provocando de este modo que las consecuencias de tal actividad estén siendo nefastas en algunos casos.
Esta aventura comienza con el pago de un «peaje» obligatorio en el cual los turistas deben beber un chupito de un fuerte aguardiente antes de poder cruzar el puente que les llevará a las orillas donde el descenso comienza al ser arrastrados sobre el colchón por la fuerza de la corriente. Unas playas plagadas de bares en los que pueden consumir todo lo que llega a sus manos. Como resultado, muchos de estos jóvenes comienzan la aventura ya ebrios, por lo que la mayoría finaliza el descenso con alguna que otra contusión y esguince, llegando a haberse registrado algún fallecimiento. Sin embargo, los representantes de las empresas organizadoras alegan que este es un deporte de aventura más, con los riesgos que estos conllevan.
Pero no es la única actividad que se realiza en Vang Vieng, en sus orillas, los visitantes puede realizar “peleas” en el barro o zambullirse en el río desde tirolinas que llegan a alcanzar los 7 metros de altura en algunos casos, recordando un poco a la peligrosa moda del «Balconing», pues no todas las zonas donde caen están indicadas para realizar tales saltos.